miércoles, 10 de julio de 2013

Día 1.000. Día de reflexión.

Hoy se cumple el día 1.000. 1.000 días de travesía en el desierto del desempleo. 1.000 días de curriculum entregados y probablemente su fin haya sido una papelera o una trituradora de papel. 1.000 días de esperar una oportunidad. 1.000 días, 24.000 horas, 60.000 minutos en los que una llamada de teléfono, un correo electrónico o un simple golpe de suerte hiciera que mi vida cambiara.

En estos tiempos que se hablar de ERES, de sobres, de trajes, de cuentas B y de no se cuantas trampas más, el Gobierno y la política puede haber llegado a decepcionarme. En estos tiempos donde tantos y tantos jóvenes con estudios, no tenemos empleo, no podemos comenzar a realizar nuestra vida, no tenemos la oportunidad de demostrar lo que valemos, los grandes políticos se dedican a tirarse trapos sucios y corruptos a la cara. Y eso ¿a los jóvenes de que nos vale? 

Espero que no tenerme que ir nunca de mi tierra, pero quizás ese momento está empezando a plantearse, sabiendo todo lo que dejo atrás (aunque no quiera). Sabiendo que luché por demostrar mi valía, que me esforcé por conseguir ser mejor, que invertí un dinero en mi educación, duele ver como una mesa de despacho o un "me gusta" a todo lo que se escribe en facebook vale mucho más.

Mis padres siempre decían que querían que yo viviera en un mundo mejor que en el que vivieron ellos y yo siempre he dicho que quiero dejarle a mis sobrinos y a mis posible hijos un mundo mejor que en el que viví yo. No sé cual de estas dos cosas se cumplirá, pero la primera de ellas lleva el camino de no verlo.

No me rendiré, seguiré buscando, aunque tenga que dejar cosas y personas.

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