lunes, 27 de mayo de 2013

Hoy dejo de colaborar...


Buenas noches.  Hoy es el día en el que dejo de colaborar con el Olivenza Futbol Club.  Y el motivo os lo explico, pero antes os digo que no voy a nombrar a nadie no vaya a ser que le dé también por denunciarme, aunque sé que me entenderéis.

 Hoy dejo de colaborar con el Olivenza Futbol Club ya que “una persona que se dedica a la mala política y de única profesión conocida, Alcalde” le ha dicho  al club que no puede ser.  Le ha dicho en concreto que colaboraciones como la de ayer domingo en intentar coordinar los autobuses de la afición a los desplazamiento del equipo en fase de Ascenso no puedo volver a realizarlas.  ¿Su argumento?  Que los autobuses los paga el Ayuntamiento y yo no soy del Ayuntamiento.  Me parece vergonzoso que lleven la mala política,la maldad y la persecución personal y política hasta estos extremos.  Los que me conocéis sabéis que llevo toda la vida colaborando con el club y no sólo aparezco en el fútbol en la fase de Ascenso a hacerme la foto si no que estoy todo el año apoyando y animando.  Pero parece ser que se prefiere alguien que te de una placa más que el apoyo del trabajo desinteresado y gratuito.

También me gustaría haberme sentido un poco apoyado por parte de esa directiva que siempre que me han llamado han tenido mi ayuda y apoyo.  Cosa que no he tenido ya que han acatado al pie de la letra su indicación y me lo han comunicado, cosa que también entiendo, porque yo doy apoyo con mi trabajo y otros ponen dinero, y ya sabemos poderoso caballero Don Dinero.  Es lo que tiene que la política quiera dominar también el deporte y el deporte lo consienta.

Lo que sí tengo claro es que acudiré a animar al equipo en los dos partidos que le quedan porque este equipo lo he mamado desde pequeño y me puede el sentimiento y además acudiré porque los jugadores no tienen culpa de nada y necesitan el apoyo de toda la afición para poder conseguir el objetivo. 
Ahora es muy probable que el “Señor” diga que esto es mentira, igual que dijo que era mentira que me había echado del escenario hace dos años en el festival de Al Sol.  Pero yo sé que es verdad y que es una maniobra más en su afán de protagonismo y de intentar hundir a las personas,  pero conmigo no lo va a conseguir.

viernes, 17 de mayo de 2013

Hoy es un día triste...


Hoy es un día triste para el sistema educativo de este país.  Hoy es un día triste para todos los que hemos creído y seguimos creyendo en una Educación Pública, Gratuita y de Calidad para todos.  Hoy el Gobierno de este país ha aprobado una Ley Educativa en soledad, en contra de todos y llevándose por delante todo lo conseguido.  Hoy es un día triste para los luchamos y creemos en la igualdad de oportunidades.  Hoy es un día triste...

Hoy es un día triste.  Por que como ven que no es posible revivir a muertos, los reviven basándose en sus ideales.

Hoy es un día triste, por que aprueban un Ley Educativa llena de odio, rencor, envidia y puto clasismo.  Su orgullo no puede soportar que los hijos de los obreros llenemos las Universidades y los Estudios superiores.  Su orgullo no puede estar de acuerdo que los nietos de aquellos que tenían explotados trabajando en sus latifundios hoy sean los médicos que los curen.  Su orgullo no les permite que los jóvenes de hoy conozcamos la barbarie cometida a aquellos que no iban a misa los domingos.

Hoy es un día triste.  Hoy quieren adoctrinar.  Hace unos días en su NODO de telediario incluso se atrevían a decir como vestir...

Hoy es un día triste...

viernes, 3 de mayo de 2013

Mi tierra, mi gente, mis recuerdos... Olivenza


Badajoz, Valverde de Leganés, Alconchel, Cheles, Portugal… 5 formas diferentes de llegar a la niña bonita, a vila, a Olivenza… San Rafael, San Francisco, San Jorge, San Benito, Villarreal y Santo Domingo 6 formas de ir más allá de Olivenza.  Una ciudad abierta a dos culturas, una ciudad española y portuguesa, una ciudad querida, nuestra ciudad.  El mejor rincón de España, la Iglesia de Santa María Magdalena, un título que le sobra para los que nos hemos criado entre sus columnas, para los que nos hemos criado en su puerta a las doce de la noche un jueves santo, para los que hemos despedido a familiares y a amigos en su altar y para los que en ese mismo altar hemos visto unirse en matrimonio a dos felices enamorados.  Una plaza con aroma a romero quemándose, unos sones de Santa Lucía y La Encina bailando.  Una calle con un arco la separa de su hermana, Santa María del Castillo, igual de bella, igual de querida y a la que le hemos puesto una reja que para que nadie la toque, una reja que los martes y miércoles santo costaleros y costaleras se emocionan cuando la cruzan. Una iglesia con un árbol genealógico admirado como si el de nuestra familia se tratara.

Un castillo con 36 metros de historia, con 17 rampas que esconden secretos inconfesables las vigila y las cuida, como si de un hermano mayor se tratara…  Un patio con los sones del pasodoble de Olivenza sonando tocado por La Filarmónica… Bajo otro arco y una capilla llena de azulejos  nos saluda, nos envuelve, nos cuenta historias de humidad, de pobreza, de Misericordia.  Una capilla que por unos momentos nos dice que hemos cruzado la frontera, que Portugal se encuentra mucho más cerca de lo que pensábamos… Unos abuelos que se encuentran rezando nos saludan muy bajito y otros abuelos más abajo se sientan y conversan a la sombra de unas palmeras, nada de Plaza de España, para nosotros es el paseo grande, un paseo que ha visto como Olivenza crecía y como niños y niñas de diferentes generaciones jugaban entre sus bancos, correteaban entre sus farolas y sufrían caídas que hacían despertar los llantos más desesperados. 

Un momento de silencio, un momento de recuerdo al salir.  Una fuente nos recuerda los azotes del terrorismo, agacho la cabeza y continúo… La carrera ¿Cuántos oliventinos desconocen su verdadero nombre?  Me gusta llamarla así… es como un código entre sus habitantes, es un ir y venir de personas charlando, de pararse en sus veladores y contemplar y muchas veces criticar al que va, al que viene, al que nunca se mueve y al que nunca está quieto.  Me asomo con miedo, las murallas me tapan con su sombra y por un momento noto el miedo en ellas.  Durante unos días se encuentran tristes, una inmensa noria hace que pierdan parte de su encanto…  Me desvío, me alejo, huyo, no quiero que la algarabía de un recinto ferial techado me aleje de Olivenza y de mis sentimientos.  Un niño con un abuelo me saluda y por un momento dejo caer una lágrima, rápida y fugaz y recuerdo cuando el mío me llevaba a la fiesta del nieto y el abuelo al cercano Hogar del pensionista.  Aligero el paso y la sombra y parte de oscuridad me cubren.  La puerta del calvario, la entrada para muchos visitantes, para personas que acortan su ruta del colesterol y la puerta de salida para muchos que no volverán, que esa puerta se convierte en la entrada del cielo, del infierno, del limbo, de lo que haya, de lo que sea…  Miro a la derecha, desde una ventana del convento San Juan de Dios creo que alguien me mira… no sé si ha llegado el momento de creer historias de fantasmas… vuelvo a mirar, tranquilo, un trabajador observa… no se qué pensará, si como hemos dejado los oliventinos este bello lugar así de abandonado o como estuvimos a punto de perder una muralla o quizás simplemente quiera despejarse… miro sus manos… tiene un bocadillo… lo único que hacía era descansar en su hora del desayuno…  Pienso lógico que no todo el mundo tiene que sentir lo que yo siento por Olivenza… vuelvo a salir por la puerta del calvario (para mi volverá a ser puerta de entrada, o eso creo).  A lo lejos intuyo Villarreal, nuestra pedanía marinera podemos llamarle.  Pedanías, esas quizás a veces despreciadas, pero que sin ellas nuestra Olivenza no sería lo mismo… La familiar Santo Domingo, la alegre San Benito, la amigable San Jorge, San Francisco marcada por una escalera, que para muchos son las del cielo, para otros solo la subida a una calle mas, y San Rafael, esa que siendo la más desconocida ahora puede ser de las más queridas.

Me doy la vuelta, está empezando a anochecer… El sol se va, las farolas comienzan tímidamente a encenderse y emprendo el viaje de vuelta a casa.  Las calles de Olivenza, mis calles me llevan como si a empujones fueran, pero empujones de cariño, de recuerdos, de amores.  Llego a casa… el paseo ha hecho que esté cansado, una ducha, algo de cenar y a la cama… Pienso que si algún día, por trabajo, por amor, por el destino o por lo que sea me tengo que ir, mi vida se encontrará rota y seguramente lloré al salir como llora un bebe cuando sale del vientre de su madre… El reloj de Santa María da las 12 de la noche, es lo último que recuerdo…